Interludio Medieval
¿Oiga profesor, a donde estamos llegando? Pregunta Mito.
A Bizancio, o mejor dicho, a Constantinopla porque ya hace como 500 años que Constantino le cambió de nombre, contesta Rubén mientras maniobra la máquina de Klapaucius hacía la sacristía de la catedral de Hagia Sofía donde era relativamente fácil de esconder.
Mito y Pepe! , por favor quítense la cachucha del Atlas! El color Rojo les puede traer problemas si de pronto nos encontramos en territorio azul.
Ataviados en las vestimentas que sacaron hace unos meses de la casa de Tucídides, se bajaron de la máquina y rodearon la catedral para dirigirse al hipódromo en donde siempre había música -antes y después, de los eventos atléticos y sociales que sucedían con gran frecuencia.
Tras Mito y Rubén, venían “Pepe” y “El Caperuzo”.
Pepe, hermano de Mito y “El Caperuzo”, quien decía muy poco; pero todos sabíamos que -más temprano que tarde-, habría de causar una situación difícil…
Al llegar al hipódromo, los Rojos y los Azules ya estaban entusiasmados apoyando a sus respectivos campeones, a la vez que se oía en el fondo música celebratoria…
Instintivamente nos dirigimos hacia el grupo .
En lo que la música comenzaba, el Caperuzo desaparece por un par de horas y vuelve con cuatro damas de reputación claramente establecida, seguidas de sirvientes que cargaban una tienda de campaña grande, divanes, alfombras, mesas y taburetes, unas cestas con quesos, aceitunas, varios mariscos crudos además de un barril de vino y copas de plata.
Después de instalar todo lo necesario, los sirvientes se retiraron. anunciando que en unas horas más, traerían cena y, -si lo deseábamos-, damas nuevas para la noche.
Caperuzo!, ¿como le hiciste para conseguir esto?
Debe de costar una fortuna!,
Ah, salí a caminar un poco y me di cuenta que de ciertos lugares salían pequeñas caravanas para atender grupos de la clase alta en las afueras del hipódromo, vi también, que muchos clientes simplemente envían una cuenta por cobrar a la sacristía de la catedral.
Ordené un servicio y en lo que lo preparaban, me fui a la catedral y vendí al sacristán mi reloj de pulsera (marca Timex) por 100 monedas de oro más el pago de cuentas por cobrar a nombre de Sancho de Guadalajara, para lo que me dio una tarjeta con su sello personal y una orden de compra abierta…
Hice ver al sacristán que el pago era una ganga debido al poder que le daba el conocer el tiempo exacto en todo momento. Se quedó rascándose la cabeza con la mirada extraviada, pero cerramos el trato….
Tres días y noches de festividades después, -siendo domingo-, fuimos a la catedral de Hagia Sofía a la misa en la que la sobrina de una de nuestras damas de compañía iba a cantar la música que ella misma había compuesto.
Como era la costumbre en ese tiempo, los hombres entraban por una puerta diferente y se sentaban en un lado de la iglesia y las mujeres en otro.
Nos sentamos lo más cerca posible del coro y Kassia comenzó a dirigir y a cantar música que nos transportó al paraíso.
La misa terminó y ninguno de los cuatro viajeros se despegaba de sus asientos.
Permanecieron por mucho tiempo sentados haciendo bizcos, inmóviles, hasta que el sacristán reconoció al Caperuzo y casi lo ahorca al tiempo que le decía que el reloj ya no funcionaba!
Ah, no hay problema, se me olvidó decirte cómo darle cuerda. Habiéndolo enseñado cómo hacerlo y, con el reloj funcionando, los cuatro se escurren hacia la máquina de tiempo y salieron rápidamente de Constantinopla no sin antes haber tomado en préstamo cuatro cálices de oro para beber en estilo.Ya en la máquina mientras guardaban los rollos Ektachrome usados y tomaban otros para la siguiente aventura, decidieron llegar de nuevo a la sacristía, pero esta vez a la de la catedral de Aachen en el imperio Carolingio.
En el camino, Pepe y Mito nos asombraban con sus explicaciones de la arquitectura Bizantina y de Hagia Sofía en particular, al mismo tiempo que nos preparaban para las maravillas que nos esperaban.
Al llegar escuchamos que comenzaba una misa y era una buena manera de meditar sobre la música de Kassia a quien aún teníamos presente.
Ya en la misa, después de la sección del Kyrie, se escucha por primera vez el – Planctus de Obitu Karoli (814 )
Un canto de apreciación a Carlomagno después de su muerte.
Los cuatro viajeros extasiados salen de la misa, pasan unos días tratando de permanecer incógnitos y entender ésta cultura nueva Que anuncia a la Europa actual…
Volvieron a la máquina del tiempo y avanzaron solamente un siglo.
No observaron grandes diferencias, pero, de pronto, vieron un cantante acompañado de un par de músicos cantar las gestas guerreras de los héroes del momento.
Que hermosa canción la que estamos escuchando!
Siendo la guerra un hecho de la vida real desde el principio de la historia, es natural cantar acerca de ella.
Me imagino que los Árabes, enemigos naturales de los Carolingios también tenían canción de gesta no?. Preguntó Pepe.
Si, y muy buena.
Vamos a hacer un viaje rápido a Andalucía y volvemos después de escuchar una sola canción.
En los jardines de un suntuoso palacio, se comenzó a insinuar la música resonando desde el interior.
Los jardines eran de acceso público hasta el límite natural reservado al dueño.
Cada evento mayor, era compartido de esta manera y es así que podíamos mezclarnos con los habitantes locales y disfrutar de lo que nuestras monedas podían comprar.
Mientras la canción transcurría, el éxtasis -ayudado de los narguiles con humos propiciatorios-, se hacía patente en nuestros viajeros.
Yo quiero más decíamos todos!, y lo tendremos, pero por lo pronto volvamos a con los Carolingios.
Volvimos a la máquina del tiempo, no sin antes haber tomado una buena dotación de pastelitos de dátiles, pistachos y hashish que unas bellas odaliscas nos ofrecieron para el camino…
Entramos de manera sigilosa a la catedral de Aachen cuando Hildegard von Bingen comenzó a cantar.
En ella encontramos el éxtasis de Kassia y su propia expresión.
Hildegard von Bingen era una abadesa Benedictina Alemana que era activa en los campos de teología, botánica, medicina, música, y otras disciplinas. Ella misma escribía la música y los himnos que cantaba.
Que bizcochito ! Exclamó Mito.
Que lástima que al ser monja, está fuera de mi alcance…
Oh no, no y no, no hay nada imposible contesta Rubén.
Recuerde usté como Abelardo logra seducir a Eloisa un par de siglos después….
Es cosa de preparar una serenata en la que se cante al amor honorable en el que se exaltan las virtudes divinas de la dama…Vallamos a Occitania a ver a unos trovadores a ver que les aprendemos.
Como podemos apreciar, los trovadores cantan al amor puro y honorable independientemente de las consecuencias posibles…
Hay que tomar lecciones de canto ! decía Mito mientras la música seguía…
Yo no se ustedes, dice el Caperuzo, pero yo no quiero esperar hasta que Mito aprenda a cantar para tratar de seducir damas…
en el camino vi una taberna llamada “Imperatrix Mundi” de la que entraban y salían monjes y damas de reputación claramente establecida.
Vayamos ahí para ambientarnos un poco en la cultura del amor terrenal…
Aprobada la moción, nos dirigimos a la máquina del tiempo y Pepe con su guía Michelin nos indicó el camino.
Esta vez, la máquina la ocultamos bajo ramas porque la taberna estaba en las afueras de una población. Al llegar a la taberna, el caperuzo se fué directamente a con el tabernero y, la moneda de oro que le dió aseguro nuestra bienvenida.
Mientras nuestra mesa se preparaba con vinos y manjares, el tabernero nos llevó a pasear por su propiedad.
Atrás de la taberna, se producía el vino que se consumía.
En una gran batea de madera que medía tres por dos metros con medio metro de profundidad, las uvas se pisaban por su esposa Cunegunda y sus tres hijas, Hilda, Brunilda y Brujilda quienes desnudas bailaban sobre ellas mientras que un flautista y un panderetista producían música para marcar el ritmo del trabajo…
Cuando el tabernero termina el “tour” de su propiedad, indica a los nuevos anfitriones que su mesa y su banquete están preparados al tiempo que su esposa Cunegunda se pone sandalias y un delantal para ir a atender personalmente la mesa de honor.
El Cordero de Dios (cordero lechal bañado en salsa de ciruelas) , las alubias gratinadas, el pan rústico, el aceite de oliva, …. y vino a raudales, crearon la atmósfera perfecta para un grupo de Goliardos que llegaron a cantar “Carmina Burana”.
La tradición de los Goliardos, es opuesta a la de los Trovadores: Ellos cantan al amor terrenal y a las vicisitudes del mundo real. Los mas notables Goliardos suelen ser monjes por ser educados y fue así que “Carmina Burana” se escribió en un monasterio Benedictino.
En honor a la taberna, Los Goliardos abren con la oda a Fortuna Imperatrix Mundi…
Esta melodía y la letra, son bien conocidas por los parroquianos de la taberna epónima porque se cantó por primera vez por Goliardos locales en la gran fiesta de apertura y, se hizo tradición que al cantarla, los comensales se unieran al coro.
En este coro introductorio, se canta a las veleidades de la fortuna y a la futilidad de buscar la virtud.
En la medida en que progresa la cantata los ánimos se exaltan en la dirección de los placeres.
El Caperuzo, habiéndose escabullido a la parte posterior de la taberna, estaba en la batea del mosto entrepiernado con Hilda mientras que Brunilda y Brujilda, esperando su turno les rociaban con vino, pétalos de rosas y racimos de uvas frescas para que con sus cuerpos las apachurraran y no se detuviera la producción del mosto….
Cuando son descubiertos, El Caperuzo huye desnudo a lo largo del camino al pueblo perseguido por el tabernero y sus hijas…
“Creo que la prudencia dicta que nos vallamos”, concurren los tres amigos restantes, y después de dejar dos monedas de oro a Cunegunda, se dirigen hacia la máquina del tiempo….
Que le va a pasar al Caperuzo? Preguntó Pepe con tono ligeramente preocupado.
Nada malo. El tabernero y sus hijas quieren impedir que llegue al pueblo porque el honor requiere que el se case con Hilda, aun cuando también se beneficie de Brunilda y Brujilda: Después de todo, es un par de brazos mas para la taberna “Fortuna Imperatrix Mundi”
Aquí está la bolsa con las monedas de oro restantes. Dijo Pepe.
Dejé cinco en el bolsillo secreto de la toga del Caperuzo para que no pase muchas dificultades, con el resto, podemos viajar en estilo…
Ya en la máquina comimos un par de los pastelillos de dátiles, pistacho y hashish que nos dieron en nuestra visita a Andalucía mientras escuchábamos las otras dos cantatas del ciclo trionfi de Carl Orff. Ambas también en la tradición Goliarda.
Como esa era la música que El Caperuzo traía a las fiestas, los tres amigos en la máquina se pusieron sentimentales y decidieron ir a la region de Galicia en España a comer un buen arroz caldoso con azafrán y mariscos con unas jarras de vino Albariño antes de ir a misa para escuchar música del Codex Calixtinus 1138- 1145
En éste codex, se describen los beneficios espirituales de la peregrinación a Santiago de Compostela al mismo tiempo que se describen las rutas físicas y los rituales que acompañan al proceso de peregrinar.
Santiago de Compostela, habría de ser el lugar en donde se formarían guerreros para la eventual expulsión de los Moros.
Alfonso X de Castilla El Sabio (1221–1284) .
Cantigas de Santa Maria